Día 19 y 20. Arrepentimiento – Daniel 9
Cuando buscamos el rostro de Dios en ayuno y oración esperamos que Él nos revele cosas grandes y ocultas; a menudo esperamos que Dios empiece a obrar cambios en otros, y que en este proceso nosotros podamos justificarnos delante de Él. Daniel 9 nos habla de un tiempo de búsqueda de Dios en el que a Daniel le fue revelado el pecado del pueblo de Israel, del que él formaba parte, por que él no miró para otro lado, sino que permaneció delante de Dios en una actitud de arrepentimiento.
Daniel reconoce que el pecado del pueblo, el pecado del ser humano tiene que ver con la falta de voluntad para reconocer el pecado propio y obedecer los mandamientos de Dios, y eso trajo “confusión de rostro”, es decir, confusión individual, por lo que el arrepentimiento y confesión de pecados tenía que ser también individual, cada quien delante de Dios. Cada uno de nosotros debe ir a los pies de la Cruz de Jesucristo y reconocer sus culpas, pecados, actitudes, rebeldía, orgullo, el querer hacer su propia voluntad antes que la de Dios. Cada uno de nosotros debe volverse a Dios en arrepentimiento de corazón, y empezar a dar frutos de ese arrepentimiento. No basta con llorar o sentir remordimiento, sino cambiar, escuchar la voz del Espíritu Santo y dejar que Él nos muestre la profundidad de nuestra propia maldad para ser libres. ¡Esa es la buena noticia del evangelio, podemos ser libres del pecado, de la carne, del diablo, incluso de nosotros mismos!
“Padre, hoy hacemos nuestra la oración de Daniel. Eres un Dios grande y temible. Siempre cumples tu pacto y tus promesas de amor inagotable con los que te aman y obedecen tus mandatos; pero hemos pecado y hemos hecho lo malo. Nos hemos rebelado contra ti y hemos despreciado tus mandatos y ordenanzas. Nos hemos rehusado a escuchar Tu Palabra, y a quienes hablan bajo tu autoridad.
Señor, tú tienes la razón; pero tenemos el rostro cubierto de vergüenza porque hemos pecado contra ti. Pero Tú eres misericordioso y perdonador, a pesar de habernos rebelado contra él. No hemos obedecido al Señor nuestro Dios, porque no hemos seguido las instrucciones que nos diste en Tu Palabra, te hemos dado la espalda y rehusado escuchar tu voz.
Nos hemos rehusado a buscar la misericordia de Dios al no reconocer tu verdad ni abandonar nuestros pecados.
¡Oh Dios nuestro, oye la oración de tus siervos! Por amor a tu nombre, Señor, vuelve a sonreírnos. Oh Dios mío, inclínate y escúchanos. Abre tus ojos y mira nuestra desesperación. Te rogamos, no porque merezcamos tu ayuda, sino debido a tu misericordia.
Oh Señor, óyenos. Oh Señor, perdónanos, estamos dispuestos a reconciliarnos con aquellos que nos han ofendido, y aquellos a quienes hemos ofendido, estamos dispuestos a obedecer tus mandamientos, gracias por tu gran amor y misericordia. Amén”
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