Día 15 y 16. La fuente que me sacia – Daniel 6
¿Alguna vez has sentido una gran sed o apetito inminente? Seguramente que sí, y cuando eso sucede buscamos saciarlo de inmediato. Si somos como la mayoría, buscamos saciarlo con lo que sea, no importa que eso perjudique nuestra salud; pero si somos disciplinados, esperamos, ejercemos dominio propio hasta llegar a casa o comemos algo saludable. Eso le pasó a Daniel, él era un hombre muy capaz, hábil y disciplinado, pero algunas personas que le tenían envidia quisieron ponerlo a prueba para que cayera, para que rompiera sus hábitos. Conspiraron para promulgar una ley donde todas las necesidades espirituales fueran saciadas a través de una fuente que no nutría: el rey. Daniel, siendo tan disciplinado y dependiente de Dios siguió con su rutina, siguió con el hábito saludable de buscar a Dios por la mañana, tarde y noche; no se desanimó a pesar de que otros actuaran de forma diferente. No se dejó intimidar para buscar saciar sus necesidades con cosas vacías.
Y tú ¿Cómo sacias tus necesidades más profundas? ¿Te sientes seguro en Dios? ¿Le buscas cada mañana? O quizá estás buscando en otros lugares, quizá estás satisfaciendo tus necesidades más profundas de intimidad y seguridad con algo falso como adoración a ídolos, adicciones, relaciones dependientes, aislamiento, comida o hasta fármacos.
Hoy te invito a acercarte a la fuente que te puede saciar: Jesucristo. Sólo Él puede darte seguridad, vida eterna, sanidad, salvación y libertad.
“Jesús, hoy nos acercamos a Ti como Daniel, expectantes, anhelantes, buscando sólo tu rostro, buscándote a Ti. Tú eres la fuente que sacia nuestras necesidades más profundas; Tú forjas nuestra identidad, en Ti nos sentimos amados, aceptados, seguros, con futuro y esperanza. En tu presencia no hay dolor, ni sufrimiento, ni culpa, ni vergüenza, es en tu presencia que nos sentimos fortalecidos, consolados, identificados contigo. Permite que te busquemos cada día, cada tarde, cada noche, para estar satisfechos. No queremos buscar en cisternas rotas y sucias que no nos sacian ni nos benefician, queremos buscarte a Ti, el único Dios verdadero, el único que ha dado su vida para nuestro beneficio. Te amamos tanto, y podemos experimentar tu amor en cada detalle de la vida cotidiana, gracias por ser esa fuente de vida que nos llena de bien. Te adoramos y bendecimos. Amén”.
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