Día 11 y 12. Quitando la venda – Daniel 4
¿Te ha pasado que algún familiar, o amigo se encuentra perdido en el pecado? Quizá haya escuchado tus advertencias, sin prestar oído a ellas, diciendo que está a gusto en ese estilo de vida, que nunca va a cambiar, que es feliz. No estás solo, la Biblia nos muestra a Nabucodonosor, un rey altivo, quien aún a pesar de saber las consecuencias de su conducta, no quiso buscar a Dios. La Biblia menciona que “cuando se cumplió el tiempo...” el rey alzó sus ojos al cielo, recuperó la razón y alabó y dio honra al que vive para siempre, al Dios que cambió las circunstancias y acorraló al rey para que la venda que tenía en los ojos y le impedía ver, le fuera quitada. El rey recuperó la razón, la había perdido, había perdido toda esperanza, se había acostumbrado a un estilo de vida, aparentemente ni siquiera se había dado cuenta que lo había perdido todo.
A veces a las personas a las que amamos les sucede lo mismo, están atrapados en círculos de pecado, de adicción, de comportamientos destructivos, y poco a poco lo van perdiendo todo. ¿Hasta donde tendrán que llegar? No lo sabemos, lo que sí conocemos es que cuando se cumpla el tiempo de Dios, la venda les será quitada, la razón les será devuelta y alabarán a Dios por lo que ha hecho.
“Dios, muchas gracias porque un día quitaste la venda de nuestros ojos, nuestra razón nos fue devuelta, pudimos alzar los ojos al cielo y recibir una revelación de quién eres, la obra que has hecho y el profundo amor con el que nos condujiste aún a través del sufrimiento y la ignorancia con tal de quebrantar nuestra voluntad. Señor, mira a nuestros seres amados que se encuentran sufriendo, alejados de ti, por favor te pedimos que en medio de sus circunstancias y de sus historias intervengas y quebrantes su corazón, les quites la venda de los ojos y te reveles a ellos para que por medio del poder de tu Espíritu Santo reconozcan tu señorío y se rindan a ti, y te alaben; que así como Nabucodonosor vivió circunstancias deplorables pero después de un tiempo recuperó su reino y su dignidad, que de esa misma forma los pródigos puedan volver a ti y apropiarse de su dignidad de hijos, recuperar su ciudadanía como miembros de tu reino. Que tu Espíritu Santo sople vida y poder sobre ellos, sobre sus pensamientos y emociones y que seas revelándote a ellos y dándoles una nueva vida, en el nombre de Jesucristo, Amén”
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