Días 1 y 2. Seducidos por la cultura – Daniel 1
Los babilonios eligieron a personas jóvenes, de la nobleza. Eligieron personas que ya tenían cierta educación y principios, que no estaban contaminados, que estaban abiertos a nuevas ideas y paradigmas.
Nuestros jóvenes de hoy piensan de la misma forma, es por eso que las ideas del mundo echan raíces mucho más fácil en ellos y adoptan nuevas modas, ideologías y formas de pensar.
Daniel y sus amigos eran ese tipo de jóvenes; debieran haberse sentido privilegiados al ser elegidos para ser entrenados y estar al servicio del rey, en el palacio. El rey ordenó que se les alimentara con su propia comida y bebida, es decir, que les hicieran sentir que pertenecían a ese lugar y además tenían ciertos privilegios y les daba cierto estatus. Ellos sabían que esos alimentos habían sido previamente ofrecidos en un culto a ídolos y dioses, lo que representaba ceder su lealtad y fidelidad a Dios.
¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a sacrificar nuestros valores, fidelidad, lealtad e incluso educación o reputación en aras de satisfacer la carne? Queremos ser aceptados por otros al costo que sea, incluso cediendo nuestra voluntad a los apetitos de la carne.
Somos seducidos por la cultura y la sociedad, nos presionan para aceptar y adoptar sus valores y normas. ¿Escucharemos su dulce, melodiosa y seductora voz, o nos mantendremos firmes a lo que hemos creído?
“Amado Dios, tu Palabra dice que nos has hecho reyes y sacerdotes; somos personas especiales, reflejamos tu gloria y naturaleza, aunque por nuestros medios hemos fallado, nos hemos dejado seducir por el pecado por el mundo, por nuestros propios deseos, y eso nos ha llevado a hábitos destructivos y perniciosos. Hemos incluso llegado a creer mentiras y las hemos repetido a nosotros mismos en voz alta y a partir de ellos hemos construido conductas e identidades equivocadas. Por favor perdónanos y ayúdanos a apropiarnos de tu perdón. Concédenos el don del arrepentimiento y permite que podamos dar frutos en el corto y largo plazo. Que tu Santo Espíritu nos ayude a mantener un corazón humillado delante de ti para que tu luz brille en nuestros pensamientos y emociones y podamos actuar con nuevos bríos hacia el camino que nos muestras en tu palabra. Amén”
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